viernes, 13 de marzo de 2009

MENSAJE DE CUARESMA


"Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo". (Mateo 4,1)

1.- Los evangelios nos hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto, donde es tentado por Satanás después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches. Al final de este tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el paraíso y las de Israel en el desierto.

2.- Este acontecimiento misterioso de desierto y tentación tiene un sentido salvífico: Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. El pueblo de Israel provocó a Dios durante cuarenta años en el desierto y Cristo, por el contrario, se revela como el Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina, cumpliendo perfectamente la vocación de Israel. Jesús es el vencedor del diablo en el desierto y su victoria es un anticipo de la victoria en la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre. (CIC 538)

3.- La iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la cuaresma, al misterio de Jesús en el desierto. La iglesia relee y revive este acontecimiento de la historia de la salvación en el hoy de su liturgia que busca hacernos experimentar profundamente este misterio. Para ayudarnos a vivir el misterio de Cristo en el desierto nos propone la tradicional práctica del ayuno, la oración y la limosna.

4.- Ayunar no es una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo, sino una "terapia" del alma para curar todos lo que nos impide conformarnos con la Voluntad de Dios. Ayunar es privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento pero que tiene un valor y un sentido muy profundo para nuestra vida espiritual. Es un medio para humillarnos delante de Dios y recuperar su amistad. El ayuno nos ayuda a refrenar el pecado, a mortificar nuestro egoísmo y abrir nuestro corazón a Dios. Decía San Agustín: "Yo me castigo para que Él me perdone, me socorra y yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura". El ayuno facilita la disposición interior para escuchar a Cristo y nutrirse de su palabra. El verdadero ayuno tiene como finalidad comer el "alimento verdadero" que es hacer la voluntad del Padre. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.(Mensaje cuaresmal de Benedicto XVI)

5.- Hagamos el propósito esta cuaresma de ayunar en aquello que más nos cuesta y que podamos ofrecerle a Dios por alguna intención. Dejar el cigarro, dejar el alcohol, dejar la televisión, dejar algún vicio que tanto daño hace. Pero también refrenar los desordenes de nuestras nuestros sentidos, refrenar nuestra memoria e imaginación y refrenar los deseos, gustos y caprichos desordenados de nuestro egoísmo. Refrenar las apetencias de la carne. El que refrena la gula refrenará fácilmente cualquier inclinación de la carne. Pero no olvidemos que no hay mejor medio para vencer la tentación que la vigilancia y la oración. Si Cristo venció las tres tentaciones de Satanás fue porque había permanecido en oración durante cuarenta días y cuarenta noches en el desierto.

6.- La última recomendación de la iglesia es la limosna. Dar limosna no es dar de lo que nos sobra. Cuando ayunamos escogemos libremente privarnos de algo y mejor si es para ayudar a los demás, así demostramos que el prójimo que pasa necesidad no nos es extraño o indiferente. En la primitiva comunidad cristiana se hacían colectas especiales y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido. Ojalá que este año la colecta de CARITAS de nuestra prelatura que se hace durante la cuaresma refleje nuestra gran generosidad y solidaridad con los más pobres. Lo que hacemos a ellos y por ellos es a Cristo mismo a quien se lo hacemos. Y Cristo mismo lo premiará con creces.

7.- Queridos hermanos y hermanas, ojalá que en cada familia y en cada comunidad cristiana se valore y se aproveche la sabia pedagogía de la iglesia que nos invita en este tiempo de cuaresma a prepararnos para la pascua viviendo a fondo el misterio de Cristo en el desierto por medio del ayuno, la oración y la limosna. Que la Cuaresma nos ayude a alejar todo lo que distrae el espíritu para poder intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Es el tiempo más propicio para tener más oración y acercarnos más a Dios en la lectio divina, en el sacramento de la reconciliación y en la activa participación de la eucaristía., sobre todo en la Santa Misa dominical.

8.- Al igual que Moisés antes de recibir las tablas de la ley, al igual que Elías antes de encontrarse con el Señor en el monte Horeb, orando y ayunando Cristo se preparó para su misión evangelizadora. También nosotros que hemos sido invitados a la Misión Continental, debemos preparanos con gran ilusión, alegría y seriedad para esta misión, intensificando nuestra oración y practicando el ayuno y la limosna. Que la Virgen Santísima de Guadalupe nos alcance de su Hijo todas las gracias que necesitamos para prepararnos adecuadamente a la pascua del Señor y a la gran Misión Continental que el Señor nos ha encomendado. Ponemos en las manos orantes de María de Guadalupe los frutos de esta cuaresma que tanto ayudarán a realizar la Misión Continental en nuestra querida prelatura de Cancún Chetumal.


+ Pedro Pablo Elizondo Cárdenas L. C.
Obispo Prelado de Cancún - Chetumal

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