sábado, 27 de diciembre de 2008

viernes, 26 de diciembre de 2008

NIÑO JESÚS


HISTORIA DE LA DEVOCIÓN

Desde tiempos muy antiguos los católicos han tenido mucha devoción al Divino Niño Jesús, y han honrado su santa infancia, considerando esta edad de Jesucristo como una maravilla de inocencia y amabilidad.

Ya hacia el año 1200 San Francisco de Asís dispuso recordar con mucha solemnidad la Navidad haciendo un pesebre lo más parecido posible al de Belén y celebrando así entre pastores, ovejas, bueyes y asnos la misa de la medianoche, y haciendo él mismo un hermoso sermón de Nochebuena recordando la gran bondad del Hijo de Dios al quererse hacer hombre en Belén por salvar nuestra alma.

Más tarde San Antonio de Padua fue un devoto tan entusiasta del Niño Jesús que según las imágenes que de él se conservan, mereció que el Divino Niño se le apareciera.

Otro santo al que se le presenta en las imágenes teniendo entre sus brazos al Niño Jesús es San Cayetano, el cual lo que necesitaba pedir lo pedía por los méritos de la infancia de Jesús.

Modernamente los santos que más contribuyeron a difundir la devoción al Niño de Belén fueron Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

Santa Teresa de Jesús le tenía un amor tan grande al Divino Niño que un día al subir una escalera obtuvo tener una visión en la que contemplaba al Niño Jesús tal cual había sido en la tierra. En recuerdo de esta visión la santa llevó siempre en sus viajes una estatua del Divino Niño, y en cada casa de su comunidad mandó tener y honrar una bella imagen del Niño Jesús que casi siempre ella misma dejaba de regalo al despedirse.

Millones de creyentes han hecho la experiencia de pedir favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús y han conseguido maravillas. Y nosotros vamos a hacer lo mismo. Queremos honrar la infancia de Jesús y darle gracias por haber nacido en Belén para salvarnos.

Desde hace unos trescientos años la devoción al Niño Jesús se ha extendido rápidamente por Europa, América, Asia, Africa y Oceanía. Las gentes empezaron a experimentar que cuando piden favores a Dios por los méritos de la infancia de Jesús consiguen maravillas.

Existen alrededor de todo el mundo muchas figuras e imágenes representando al Niño Jesús mediante las cuales se han obtenido grandes milagros. Entre las más conocidas se encuentran: El Niño Jesús de Praga, en Checoslovaquia; el Santo Niño de Atocha, en México; el Divino Niño de Arenzano, en Italia y el milagroso Niño Jesús de Bogotá en Colombia, entre otros.

En el año 1636 Nuestro Señor le hizo a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento esta promesa: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y tu oración será escuchada".




miércoles, 24 de diciembre de 2008

UN NIÑO NOS HA NACIDO...!


NOCHE BUENA


«Hoy nos ha nacido un Salvador» (Salmo resp.).
Al hoy del gran misterio de la Encarnación corresponde de modo particular esta hora, en que celebramos la santa misa llamada de medianoche. Según la tradición, el Hijo de Dios vino al mundo en Belén, en medio de la noche.

Leemos en el texto del profeta Isaías:

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9, 1). A este pueblo pertenecían los pastores de Belén, que velaban de noche su rebaño y a los que, en primer lugar, llegó la noticia: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11). Ellos fueron también los primeros que, siguiendo la invitación del ángel, se acercaron al establo donde había nacido Jesús.

«¡Hoy ha nacido Cristo, el Señor, el Salvador!». Esta alegre noticia invita a toda la creación a cantar al Señor «un cántico nuevo»: «Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque» (Sal 95, 11-12).

Por eso en la noche de Navidad resuenan en el mundo entero cantos de alegría, en todas las lenguas de la tierra. Son cantos que tienen un atractivo singular y contribuyen a crear el clima inconfundible de este periodo del año litúrgico. Verdaderamente, como dice el profeta Isaías, «acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9, 2).

«Hoy ha nacido» (cf Lc 2, 11).
Junto al término «ha nacido», natus est, encontramos en los textos litúrgicos otra expresión: «apparuit», «apareció», «se ha manifestado». Cuando nace un niño, aparece en el mundo una nueva persona. Refiriéndose al nacimiento en Belén del Hijo de María, la liturgia habla de «manifestación», como se señala especialmente en la carta de san Pablo apóstol a Tito: «Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación» (Tt 2,11).

«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado», está escrito en el texto de Isaías (Is 9, 5). En este Niño ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación a todos los hombres. Esta gracia es ante todo él mismo, el Hijo unigénito del Padre eterno, que en esta hora se hace hombre naciendo de una mujer. Su nacimiento en Belén constituye el primer momento de la gran revelación de Dios en Cristo. Los pastores llegan al establo y encuentran «al Salvador del mundo, que es Cristo el Señor» (cf. Lc 2, 11). Y aunque sus ojos ven a un recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en aquel signo reconocen, gracias a la luz interior de la fe, al Hijo del Padre eterno. En él se manifiesta el amor de Dios por el hombre, por toda la humanidad. Aquel que nace en la noche de Belén viene al mundo para «entregarse por nosotros, para rescatarnos de toda impiedad, y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras» (Tt 2, 14).

« Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama» (Lc 2. l4).
Este himno , que ha entrado definitivamente en la tradición litúrgica de la Iglesia, resuena por vez primera en la noche de Belén y habla de un acercamiento singular y extraordinario entre Dios y el hombre. En realidad, Dios nunca se ha acercado tanto al hombre como en aquella noche, cuando el Hijo unigénito del Padre se hizo hombre. Y, aunque su nacimiento tuvo lugar en condiciones modestas y pobres -Jesús nació en la pobreza de un establo, como los que no tienen casa-, estuvo rodeado de gloria divina. En efecto, gloria no significa sólo esplendor externo; significa ante todo santidad.

La hora del nacimiento del Hijo de Dios en el establo de Belén es la hora en que la santidad de Dios irrumpe en la historia del mundo. «Noche santa», como anuncia un conocido villancico. Noche que señala, al mismo tiempo, el Inicio de la santificación del hombre por obra del único que es «el Santo de Dios». El himno angélico que acompaña la Navidad del Señor anuncia precisamente esto.

Al mismo tiempo, proclama la paz en la tierra. Pensamos ante todo en la paz en sentido histórico. Así, en la noche de la Navidad del Señor, se renueva en nosotros la esperanza de paz para todos los hombres y para todos los pueblos afectados por la guerra: los Balcanes, Africa y cualquier otro lugar donde falta la paz.

Sin embargo, en la liturgia navideña la palabra paz tiene también otro significado más profundo. Se refiere a la nueva alianza de Dios con los hombres, a su renovación y cumplimiento definitivo. Si la alianza de Dios con los hombres es una realidad que abarca toda la historia de la salvación, no es posible hallar una expresión más plena que esta: Dios ha acogido en sí mismo a la humanidad asumiéndola en la Persona única del Hijo. De este modo Cristo ha unido en sí lo divino y lo humano, como fundamento perenne y estable de la paz y de la eterna alianza. Por esto la Iglesia entera entona en esta noche un cántico nuevo:

«¡Gloria a ti, Dios hecho hombre, y paz a los hombres salvados por tu amor!»


lunes, 22 de diciembre de 2008

domingo, 21 de diciembre de 2008

CALENDARIO 2009


DALE CLIP E IMPLIME EL CALENDARIO 2009 DEL SECRETARIADO DE MISIONES...!

CARTA DE NAVIDAD


Como bien sabes, amigo mío, yo pedía muy pocas cosas en mi vida.

Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber.

¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar mal al profeta Zacarías.

No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea.

Mi tarea de hoy va en la misma línea. No os voy a pedir ayuda material, aunque también la necesito para mis pobres. Tampoco os voy a pedir que dejéis a vuestra familia y vuestros estudios, aunque a alguno se lo seguiré pidiendo.

Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.

Mirad, tengo unas ganas tremendas de seguir "haciendo el bien", pues veo a tanta gente triste y necesitada.

Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente.

No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación.

Me entristece la estampa del viejo, al que nadie quiere y parece estorbar en todas las partes.

Cada matrimonio que se rompe es una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras.

Me indigna el que unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad.

En fin, no voy a repetir aquí lo que bien sabéis vosotros. Lo que si quiero deciros es que unas veces me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo.

Y lo que os pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir curando, bendiciendo y acariciando.

Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían.

Te pido tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor.

Te pido tu lengua, para seguir dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores.

Te pido tus ojos, para mirar con ternura y cariño a toda la gente.

Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría.

Estáis tan nerviosos y preocupados, que lo llenáis todo de angustia. Te pido en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi manera.

Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilizados tú como si fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.

Sonríe, pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero.

Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría.

Te infundiré mi Espíritu, para actuar yo desde tú mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.

Te lo pido por el amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta positiva, te mando un abrazo.

Jesús

FELIZ NAVIDAD....!!!!!



La navidad es la fiesta que celebra el nacimiento de Jesús, el Cristo. Durante varios días los hogares visten árboles y pesebres, además, preparan platos especiales para la fecha; amigos y familiares intercambian regalos; hay reuniones para rezar y cantar durante nueve noches.

También se acostumbra a hacer un balance de lo hecho durante el año; de lo bueno que dejó y de lo malo que pasó. Finalmente se hacen promesas para el año que viene, de esas que requieren mucha voluntad, y se le pide a Dios que sobreabunden las bendiciones y que el éxito anhelado llegue en ese próximo año...

PARA ALCANZAR TU META

Todos soñamos con el éxito. Es nuestro objetivo, o nuestro destino en la vida. Para algunos, el éxito consiste en ganar mucho dinero, vivir cómodamente y jubilarse sin problemas.

Otros sueñan con destacarse en alguna actividad, ganar dinero y lograr la admiración de los demás como individuos importantes e inteligentes.

Hay otros más para quienes el éxito supone la acumulación de bienes materiales, sin incurrir en deudas. Tener una casa propia, conducir un auto lujoso, poder entrar en una tienda y comprar lo que a uno se le antoje. Eso es el éxito.

También hay quienes equiparan el éxito con tener una familia feliz: una esposa o esposo amoroso e hijos obedientes.

Todos albergamos el sueño de alcanzar el éxito.

La Biblia dice: "Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón" (Sal. 37:4). Es una promesa maravillosa. El problema, al parecer, es que esto rara vez sucede. Si ocurriera con frecuencia, mucos gozarían de salud, fortuna y sabiduría, pues es lo que deseamos ¿verdad?

¿Por qué, pues, no logramos el éxito si es lo que desea nuestro corazón? ¿Será que tenemos una idea equivocada del éxito? ¿Tal vez no hayamos comprendido las condiciones que Dios establece para alcanzarlo?

La primera condición, la única en realidad, es "Deléitate en el Señor". En otras palabras, pon a Dios ante todo. Jesucristo dijo lo mismo cuando instó a sus discípulos: "Busquen primeramente el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas." (Mt. 6:33)

El problema no es carecer de objetivos, sino que éstos sean equivocados.

CUANDO EQUIVOCAMOS NUESTRO DESTINO

El año pasado Arthur subió a un avión en Nueva York para volar a Melbourne, Florida, donde vivía. El avión hizo una escala en Tampa antes de seguir rumbo a Melbourne. La azafata pidió a todos los pasajeros que iban a Melbourne que permanecieran a bordo durante el breve tiempo que estuvieran en Tampa, ya que el vuelo iba algo retrasado.

Arthur estaba leyendo, por lo que no puso mucha atención a lo que sucedía, pero se dio cuenta que llevaban más tiempo de lo normal en tierra. Preguntó a una de las azafatas qué ocurría.

- Hemos perdido a dos pasajeras que van a Melbourne, contestó.
- Bajaron en Tampa por error y, al buscarlas para que subieran nuevamente al avión, no las hemos encontrado.

Pocos minutos más tarde, dos damas de edad avanzada subieron presurosas al avión. Estaban confundidas y hablaban muy rápidamente en italiano, agitando las manos. La azafata las condujo a sus asientos y el avión despegó inmediatamente para emprender el corto vuelo a Melbourne, al otro extremo del Estado de Florida.

Ya en el aire, la azafata se detuvo junto al asiento de Arthur para contarle lo que había sucedido. Las dos mujeres provenían de Italia, y no hablaban nada de inglés. Era su primer viaje a los Estados Unidos, donde pensaban visitar a unos familiares que vivían en la zona de Melbourne, que les iban a estar esperando en el aeropuerto. Se trataba del viaje más largo de su vida, por lo que estaban emocionadas... y algo asustadas.

Habían subido al avión en Roma para hacer el largo viaje a los Estados Unidos: luego cambiaron de avión en Nueva York tomando el vuelo en dirección a Melbourne, hacia el sur. Como no entendían inglés, no se dieron cuenta de que, antes de llegar a Melbourne, había que hacer escala en Tampa. Cuando el aparato aterrizó en Tampa, se asomaron por la ventanilla, vieron palmeras meciéndose bajo el sol de Florida y supusieron que ya habían llegado a su destino. Se unieron a los que descendieron del avión en Tampa y se apresuraron a buscar a sus seres queridos, que habían prometido recibirles en el aeropuerto.

Ni tan siquiera pensaron que aún estaban a 200 kilómetros de su destino. Se habían bajado en Tampa pensando que el sueño de toda su vida se cumplía por fin, sólo para descubrir que estaban perdidas en un enorme aeropuerto y que ninguno de sus seres queridos estaba allí para recibirlas.

Las azafatas las encontraron por fin, aturdidas y vagando por la extraña terminal aérea. Sin embargo, cuando trataron de hacerlas regresar al avión, se negaron. Creyeron, erróneamente, que las obligarían a regresar a su tierra natal. Alguien encontró finalmente a un maletero que hablaba italiano. Este explicó a las mujeres que no estaban donde debían estar; sólo entonces corrieron al avión, deseosas de seguir hasta su destino final.

A la mayoría de nosotros nos sucede lo mismo. Por alguna razón, tal vez porque no entendemos el lenguaje de Dios en la Biblia, nos detenemos en el lugar equivocado. Equiparamos el éxito con el dinero, la seguridad y el prestigio. No comprendemos que el verdadero éxito se logra cundo satisfacemos nuestras necesidades espirituales. Pocos alcanzamos ese éxito supremo, porque nos encontramos demasiado ocupados corriendo por el aeropuerto del éxito material.

¿Qué nos hace descender en Tampa, cuando lo que realmente necesitamos es ir a Melbourne?

Pueden ser muchas las razones. Quizás no entendamos el idioma. Lo que necesitamos entonces es un intérprete, alguien que nos explique las indicaciones que nos da Dios. O tal vez alguien nos dio falsas instrucciones.

Quizás te ha cegado la visión de las palmeras. Durante toda tu vida has vivido en las montañas y al divisar lo que parece ser el éxito, te invade una sensación tan agradable, que decides detenerte en el primer oasis, en lugar de seguir hasta encontrar lo mejor que Dios ofrece.

Tal vez, en tu afán por encontrar el éxito, has prestado oídos a quien te ofrece un camino fácil, conformándote con una religión falsa.

A lo mejor has seguido a la muchedumbre. Al fin y al cabo hay más personas que se detienen en Tampa que en Melbourne, ¿Por qué no ir a donde aparentemente van todos los demás?

O quizás, simplemente tienes miedo. Has escuchado muchos cuentos acerca de personas que siguieron a Dios, que confiaron en Él. Y como no quieres ser un fanático, piensas que será mejor pasar toda tu vida en el aeropuerto de Tampa, subiendo y bajando por las escaleras eléctricas, viendo balancearse las palmeras a través de las ventanas.

¿Te parece una tontería?
¿Te suena familiar?

PRÓSPERO AÑO !!

Este es un mes donde también debemos recordar la obra maravillosa de Jesús para con nosotros.

En este mes LEE LA BIBLIA, esta narra, entre otras maravillosas cosas, el nacimiento de JESÚS.

... Que Dios te bendiga y tenga al pie de Su árbol, un obsequio para ti... que te obsequie el éxito anhelado.

De mi parte recibe un caluroso abrazo y los deseos para que en el año venidero sobreabunde la bendición de Dios en tu vida.

CALENDARIO 2009


DALE CLIP SOBRE LA IMAGEN E IMPRIME EL CALENDARIO DEL SEMIS 2009..!