jueves, 19 de marzo de 2009


Virtudes de San José


¿Qué nos enseña San José para nuestra Vida Cristiana?


Tratar de ahondar en las virtudes de San José como modelo de Vida Cristiana y acercarnos a su "fisonomía espiritual" requiere de un trabajo difícil y extenso. Esta página tan sólo pretende esbozar brevemente las virtudes que brotan de San José para nuestra vida cristiana.
No es un simple aplicar las virtudes que consideramos debe tener un gran santo, es profundizar en el "en sí" de su realidad, basados siempre en las luces que nos ofrecen la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia.

Aprendamos pues algunas de las virtudes de este gran santo y cómo aplicarlas para nuestra vida cristiana:



No Hace Juicios Temerarios
Indiscutiblemente, San José durante toda su vida se vio enfrentado a situaciones que lo desbordaban, que no entendía por completo; sin embargo su actitud lejos de ser soberbia es, por el contrario, humilde y reverente.

Si bien no comprende todo lo que está pasando, San José no hace juicios temerarios ni reproches; no recrimina nunca a Dios por no esclarecerle todo lo que estaba ocurriendo, no se siente con "derecho" de pedir explicaciones. Su actitud es más bien todo lo contrario: el santo varón confía, y ¡cómo lo hace!, ante las situaciones misteriosas que obviamente lo sobrepasan José se muestra confiado, pues él sabe en Quien ha puesto su confianza.

Ante el hecho de la encarnación virginal de María, José no lanza juicios inculpatorios, su confianza en María es plena, cayendo más bien al inicio en la indecisión, en la sorpresa, en el desconcierto, antes de realizar algún juicio contra María. Busca la salida apropiada, pero no a costa de María, ni de su propia integridad, una salida justa que busca prudencia en el juicio, y la objetividad.

San José es pues para todos nosotros un modelo de hombre prudente; no juzga las situaciones que no entiende, no da lugar en su interior a cavilaciones inútiles, ni trata de abarcar con su entendimiento todo lo que esta ocurriendo. Y es que, indiscutiblemente, José no mide la realidad de acuerdo a los criterios del mundo; todo lo contrario, estaba siempre abierto al plan de Dios y confiaba plenamente en él. Es modelo de respeto a la persona, a la honra ajena. Es un modelo para todos los hombres de hoy, en especial para los matrimonios que tan frecuentemente se ven sumergidos en tantas inútiles y no pocas veces absurdas contiendas que resquebrajan e hieren la confianza, que hieren la dignidad de uno de los cónyuges, que levantan una polvareda que va dando un testimonio desastroso ante los hijos.



Un Hombre de Fe Ejemplar
Cuando nos acercamos a la figura de San José nos encontramos indudablemente ante un hombre de fe, un hombre que durante toda su vida confió siempre en el Señor.

Ante las palabras del ángel, en lo que el Papa Juan Pablo II llama la "anunciación nocturna", José no vacila, sino que, movido por su fe inquebrantable, se lanza a la inmensa aventura de hacer lo que Dios le pedía. San José es pues, al lado de nuestra madre María, un modelo de fe, que nos muestra como ésta es un camino de realización personal y de plenitud. Toda su vida y sus conductas se basan en esta virtud.

El santo varón nos enseña también como la fe es un don al que hay que acoger con reverencia; su cercanía al Señor Jesús y a Santa María lo van educando en la fe durante toda su vida, educación que el Santo custodio del Señor sabe acoger en su corazón mediante el silencio y la escucha reverente.

Profundizando en la fe de José, vemos que ésta no se queda en una mera adhesión teórica o racional, tampoco en un puro sentimiento, ni en un quehacer sin ninguna referencia a lo trascendente. La vivencia de la fe en San José nos muestra cómo la fe auténtica es una fe de mente, de corazón y de acción; por todo esto San José es pues, para nosotros los cristianos, un modelo de fe integral.



Obediencia Paradigmática
"En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras".

Si bien estas palabras fueron dichas por el Señor Jesús dirigiéndose a Pedro, al ver la actitud obediente de San José nos encontramos con un hombre que supo también vivirlas con total radicalidad. José, por encima de sus propios planes, busca entregarse totalmente al Plan de Dios, "extiende" sus manos y se pone en las manos del Padre.

La obediencia de San José es un modelo para todos nosotros: permaneciendo atento al plan de Dios, acoge lo que el ángel le anuncia y pronuncia su propio "sí". La obediencia lo lleva también a partir con prontitud a Egipto en medio de la noche y las dificultades, también la vivencia de esta virtud lo mantiene durante toda su vida fiel al Plan del Padre, atento a salir al encuentro de todas las necesidades de Santa María y del Señor Jesús.

José es pues, un modelo paradigmático de obediencia, de entrega sin medida a Dios, de donación total. San José nos muestra a los hombres de este siglo, instalados en falsas seguridades y cerrados sobre nuestros propios caprichos, que la obediencia vivida con prontitud y generosidad es un camino que plenifica y dignifica a quien lo sigue y que todos estamos llamados a recorrer.



Plena Disponibilidad
Es realmente cuestionante ver la prontitud y la disponibilidad con las cuales San José responde al mensajero del Padre en todas las circunstancias de su vida. Es también muy elocuente ver cómo la Escritura no nos narra ninguna palabra de este Santo Varón.

Al acercarnos a los pasajes del evangelista San Mateo vemos que, al referirse a San José, nos muestra su plena disponibilidad narrándonos sus actitudes: "Despertado José del sueño, hizo lo que el Ángel del Señor le había mandado..." (Mt. 1, 24); "El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto" (Mt. 2, 14); "El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel" (Mt. 2, 21). Así, pues, es tan grande su disponibilidad que el Papa Juan Pablo ll la asemeja a la de María.

Sin embargo esta disponibilidad de José no nace de la noche a la mañana, no es algo que surge de un día para otro. Por el contrario, San José durante toda su vida va educándose en la libertad, despojándose de todo lo que lo pudiera atar o limitar para cumplir con santa eficacia el designio divino.

Mirando, pues, a San José nos damos cuenta cómo la disponibilidad es una actitud que estamos todos llamados a vivir, sin importar cuál sea nuestra vocación particular.



San José: Un Varón Justo
El término justo en el lenguaje bíblico tiene una amplia connotación, la cual se refiere a una persona que vive su vida en torno a Dios, confiando en Él. Un varón justo es aquel que cumple los preceptos de Dios, los preceptos religiosos, que más que un legalismo civil son unos medios para adherirse a Dios y ser fiel a Él.

Los sacrificios, las obligaciones, y las virtudes propias del hombre Judío deben llevarlo a un encuentro con Dios. Durante la historia del pueblo de Israel, los hombres estuvieron esperando la realización de la promesa de Dios, especialmente cuando la promesa se concreta en la espera del Mesías. Los hombres justos eran aquellos respetuosos de Dios, temerosos de Dios, que cumplían en todo su Plan, y vivían expectantes esperando la manifestación de Dios.

Cuando el evangelio habla de San José como un varón justo, este adjetivo engloba toda su realidad, San José es un hombre Justo. "Justo" vendría a ser como el nombre que expresa su más profunda realidad, así como el Ángel le dice a María "llena de gracia", expresando la mismidad de la doncella de Nazaret.Al decir que San José es un hombre justo se refiere a que es cumplidor de la palabra de la Dios, obedece los preceptos, está atento a las mociones de Dios, y obedece con prontitud a ellas. Tal como Simeón, debía esperar la manifestación de Dios, la encarnación del Mesías. Era un hombre virtuoso. Las virtudes que contemplamos en San José esposo de María y Padre de Jesús no son gratuitas, el ejercicio de su libertad lo fue realizando a través de toda su vida, preparándose a lo largo de ella para esa magna misión.

Para comprender mejor, podríamos asemejar la palabra justo con santo: justicia es santidad.
Esto nos permite iluminar el hecho de la inicial intención de José de separarse en secreto de María. Al estar ella en cinta, y siendo el fruto de su vientre de un origen divino, José decide separarse para no intervenir en la acción de Dios. Ésa es la actitud –por cierto respaldada en una antigua tradición– que parece estar más de acuerdo con la fisionomía espiritual del justo varón, pareciendo poco probable la hipótesis de que San José decidió separarse de María por dudar de ella al haber concebido un hijo, lo cual no parecería coincidir con la "justicia" de José, pues en tal caso –como fiel cumplidor de la ley– hubiera tenido que denunciarla.

San José nos enseña a vivir la vida en Dios, a tener una visión de eternidad, una visión sobrenatural de las cosas, así como é,l la actitud de cumplir siempre la voluntad de Dios.



Sabe vivir ejemplarmente el silencio activo
Los pocos pasajes que nos hablan de José en las Sagradas Escrituras lo muestran como un hombre silencioso. El silencio que vive José es un recto ordenamiento de sus facultades que le permite estar atento a las disposiciones del Señor y acogerlas. José está atento a lo que Dios quiere, acoge su palabra, y vive en consecuencia con lo que ha escuchado.

En los dramáticos momentos de la incertidumbre ante la concepción virginal de María, y su papel en el Plan de Dios lo vemos silencioso, dócil a las mociones del Espíritu. Ante la inmensa alegría de la encarnación del Mesías, tampoco lo vemos en una actitud jubilosa de salir a proclamarlo, a contarle a todos, sino que asume silenciosamente su misión de Padre y esposo.

En el momento de la pérdida del niño no lo vemos angustiado, haciendo escándalo, ante el misterio que no comprende; lo acoge, y, tal como María, atesora todo ello en su corazón.
El silencio de acogida de José lo lleva a escuchar atentamente al Señor a través de su Ángel, y a actuar de manera rápida ante lo que le pide. Ese silencio no lo lleva a tener un papel pasivo en la vida de Jesús y de María, por el contrario, lo lleva a asumir fielmente su papel de Padre y protector, descubriendo el Plan de Dios en cada circunstancia, acogiéndolo y obrando en consecuencia. Por ello se le aplican las palabras del Evangelio referidas a María: "Dichoso aquel que escucha la palabra de Dios y la pone por obra".

Por último, el silencio de San José nos habla de una profunda vida interior, de una profunda relación con el Señor en todos los momentos de su vida, de una permanente presencia de Dios.

Ante los tiempos actuales, tiempo del ruido, de la superficialidad, de la poca escucha, San José surge como modelo para todos los hombres enseñándonos cómo el silencio es una camino para alcanzar el señorío de sí, el recto ordenamiento de nosotros mismos, es una pedagogía de la voluntad.



Modelo de Desprendimiento
Ante el llamado de Dios, José actúa con prontitud. Todos los proyectos, los planes que tiene en su vida, ceden ante la misión a la que Dios lo invita. José acoge con alegría los planes del Señor, sabiendo que la grandeza de su vida no está en sus planes y logros humanos, sino en la grandeza de la causa a la cual sigue.

La docilidad con que acoge José las mociones del Señor en cada circunstancia y la confianza plena con que Dios lo proveerá lo llevarán a desprenderse de sus proyectos, de sus humanas seguridades, y a entregarse con toda la generosidad de su corazón al seguimiento del camino por el que el Señor lo convoca. Así lo vemos al acoger la invitación del Señor de ser el casto esposo de María; también al partir para Egipto, para regresar unos años después, viviendo el desapego a las comodidades, a la estabilidad de quien planea minuciosamente su vida, por la docilidad de aquel que obedece los designios de Dios.



Modelo de Pureza y Castidad
En la misma línea del desprendimiento ocupa un lugar privilegiado la castidad perfecta vivida por San José.

El horizonte al cual lo convoca Dios lo lleva a vivir la pureza y la continencia, así como la templanza. La vocación de custodio del Señor y de la virginidad de María, dentro del matrimonio, siendo padre y esposo, es una invitación a vivir también él una castidad perfecta, enmarcada en su relación donal hacia Jesús y María. Esa castidad perfecta de San José es custodia permanente del tesoro de la virginidad de María.

San José renuncia por un amor virginal incomparable al natural amor que constituye y alimenta el matrimonio. En la castidad de San José, fundamentada en la generosa y total entrega a Dios, descubrimos el horizonte de la vida célibe, la cual es disposición y libertad de entregarse plenamente por amor a Dios y su Plan. Además, el horizonte de la vida casta en el matrimonio; castidad que es donación, respeto a la otra persona, castidad plenificante que inscribe el amor de los esposos en el amor de Dios.

San José con su modélica castidad nos señala a todos los hombres, cada uno según su llamado, el plenificante camino de la castidad que nos lleva a entregarnos, por amor, a Dios y a los hombres.



Auténtica Paternidad
Ante el miedo experimentado por José al conocer el milagro de la anunciación-encarnación, y el deseo de apartarse para no entorpecer los planes del Señor, Dios lo confirma como esposo de María, y le encomienda la misión de ser Padre putativo de Jesús, lo cual quiere decir que es considerado como Padre, no siéndolo por la carne, sino por la caridad, tal como dice San Agustín.

San José es plenamente Padre de Jesús, no sólo por ser el esposo de María, sino porque Dios le señala que ha de ponerle el nombre al niño por nacer, dándose con ello, según la costumbre judía, la responsabilidad paterna. Y asume de tal manera la responsabilidad de Padre, que tal como nos narra San Lucas, "Para todos era hijo de José" (Lc. 3,23).

San José asume con total responsabilidad su vocación, cuidando de Jesús y de María, educando a Jesús, y manteniendo el hogar de Nazaret. Como dice el Papa León XIII, "José se convirtió en el custodio legal, administrador y defensor de la Sagrada Familia que estaba bajo su tutela. Y durante toda su vida cumplió plenamente con esas responsabilidades y deberes". (Quamquam Pluries, 3).

La paternidad que San José ejerce con Jesús se nutre del respeto y auténtica reverencia hacia su Hijo (como se muestra en la escena de la pérdida y hallazgo en el templo), así como de todo el amor que el corazón de un Padre puede tener.



Padre Trabajador
Vinculado al tema de la paternidad está el de sustentador del hogar. Por medio del trabajo hace lo necesario para el sustento de la familia a él encomendada.

La vida cotidiana de San José en Nazaret estuvo dedicada al trabajo. La vivencia del trabajo de San José es modélica para todos los trabajadores; de ahí que sea considerado el patrono de todos ellos. En medio del trabajo tuvo la oportunidad de ejercitarse en múltiples virtudes como la humildad, la fidelidad en las cosas simples y pequeñas, adquirir la conciencia del origen divino de los bienes, así como la profunda reverencia hacia las personas para quienes trabajaba.

San José hacía de su vida cotidiana una liturgia continua; para él, el trabajo era una excelente ocasión para orar. En medio del trabajo, y por medio de él se mantenía en una constante presencia de Dios. La profunda vida interior de San José se desarrolló en su vida cotidiana, en el hogar y en el trabajo.

En San José se muestra la dignidad del trabajo por más simple que sea, así como el horizonte de santificación en la vida cotidiana para todos los hombres, cada uno según la vocación particular a la cual ha sido llamado.



El Amor a Dios, la Unión con Jesús y Santa María. El Amor a Todos
San José amó a Dios tanto como pudo amar. Es ese amor a Dios el que sostiene toda su vida. Ese profundo amor se descubre en la docilidad a las mociones de Dios, en el silencio y reverencia con que las escucha y acoge. En la obediencia plena, total, hasta el último momento a la misión a la que era convocado. En la profunda alegría que se descubre en el cumplimiento de su misión. En la constante presencia de Dios, en la adhesión a sus designios. Incluso la tradición que habla de la voluntad de San José de consagrarse a Dios muestra más ese profundo amor. Esa profunda relación amorosa con Dios lo ayuda así a cumplir con su vocación de ser la sombra del Padre.

La unión amorosa con Jesús se muestra a través de su reverente paternidad, la cual según palabras del Papa Juan Pablo II influye en el amor filial de Jesús, y éste a su vez influye en el amor paterno de José, originándose una profunda y misteriosa relación de amor entre ambos.
La unión de José y María fue total. El vínculo matrimonial une de una manera misteriosa a ambos cónyuges. Su unión espiritual es sólo perceptible por la unión de cada uno de ellos, desde su propia realidad, en la participación de los extraordinarios misterios de Dios que les fueron comunicados y a cuya realización, cada uno según su propio llamado, fueron invitados a cooperar viviendo la primicia de la fe. La unidad de José y María lleva a éste a participar de la vida de María, del misterio de la encarnación, y de todas las virtudes suyas.

La vida de amor de San José, por su perfección misma, se prolonga a todos los hombres, en particular dada la definitiva universalidad del gran Misterio de Amor del que se le invita a ser eximio y singular cooperador, luego de Santa María virgen.

Así como San José es padre del Señor y Custodio de la Familia de Nazaret por amor, ese mismo amor que se extiende a todo el género humano, va a extenderse sobre toda la Iglesia bajo la forma de su paternidad. San José es Patrono de la Iglesia, y protector de ella, como dice el Papa León XIII "Es, por ello, conveniente y corresponde que así como San José atendió a todas las necesidades de la familia de Nazaret y concedió su protección, cubra ahora con el manto de su celeste patrocinio y defienda a la Iglesia de Jesucristo". (Quamquam Pluries, 3).

martes, 17 de marzo de 2009

lunes, 16 de marzo de 2009


VALORES Y VIRTUDES
S. E. Mons. Ramón Benito De la Rosa y Carpio


LA CUARESMA


No es noticia de primera plana en los periódicos la Cuaresma, pero ocupa la primera plana en la vida de millones de hombres y mujeres cada año.

Algo ha de decirles esta práctica. Ningún ser humano vive unas ideas o actualiza un acontecimiento, si en él no encuentra valores, un pedazo de verdad, de bien o de belleza.

La Cuaresma tiene un sabor a austeridad. La austeridad es también una palabra que cobra mucha actualidad en tiempos de inflación. El mundo de hoy necesita una gran Cuaresma: una gran capacidad de control de sus bienes. Se despilfarra. Suenan trompetas clamando que se ahorre. Un país acostumbrado “al sabor cuaresmal” hubiera aceptado más fácilmente ese grito
La austeridad pedida en la Cuaresma a los creyentes denuncia la inflación, el despilfarro, la cómoda abundancia de bienes en manos de unos pocos frente a la carencia de la mayoría.

La Cuaresma es un tiempo de conversión, de cambio. Se debe rehacer el camino equivocado o erróneo. Caminos desviados en el orden personal, familiar o social. Una de las posibilidades dadas al hombre es la de poder enmendar sus pasos.
El cambio pedido en la Cuaresma denuncia toda conducta individual corrupta o viciosa, todo desorden familiar, toda injusticia o mal social. Y extiende de nuevo una invitación para que se acepte que algo no anda bien en el mundo y que son necesarios cambios.

La Cuaresma es una llamada a la solidaridad. Un mundo que se cierra sobre sí mismo no comprende esta palabra. Un hombre o una mujer que sólo recibe golpes de otros hombres o mujeres tiene dificultad en aceptar la dimensión humana del amor.
La solidaridad pedida en la Cuaresma y la actitud de compartir denuncia todo egoísmo personal o toda ideología o sistema que impide la finalidad primera de los bienes: su destino Universal.

La Cuaresma convoca a la práctica del ayuno y de la abstinencia. Muestra la necesidad del control en las comidas y en las bebidas y recuerda los efectos benéficos, físicos, psicológicos y espirituales de una disciplina o régimen alimenticio, que no sea necesariamente por razones médicas.
Cuando se practica el ayuno y la abstinencia, o dicho de otra manera, cuando se disciplina la alimentación de manera sistemática, se evita la obesidad (que es un mal de la época), se mejora la salud en todos los órdenes y no hay que acudir a médicos para que indique dietas o caminatas para rebajar el exceso de peso debido, en muchos casos, a la falta de control en las comidas. De ahí que: ayuna y ayuda con lo que ahorras en tus ayunos. Tendrás mejor salud y darás de comer a otros.

La Cuaresma coloca a cada hombre frente al absoluto, frente a Dios, en igual medida coloca a cada grupo humano frente a El. Ante esta perspectiva todo queda jerarquizado y cada cosa deberá ocupar el lugar que le corresponde.
El encuentro con un Dios personal pedido en la Cuaresma denuncia todo exceso. Denuncia cuando se ha hecho del placer, del poder o del dinero nuevos dioses, ídolos a quienes se rinde culto.

Se puede pasar junto a ella ignorándola o cerrando los oídos a su palabra, pero es indiscutible que cualquier aspecto del mensaje de la Cuaresma encierra siempre la denuncia de situaciones, males o desviaciones muy concretas y es una invitación a seguir valores y virtudes o volver a ellos, si se han dejado de lado.

Practicada por Moisés y Elías en tiempos del Antiguo Testamento y asumida por Cristo antes de comenzar su misión, la Cuaresma (que significa “cuarenta”, cuarenta días o cuarenta años) es una escuela que forja hombres e historia.

VALORES

Valores humanos
Introducción
El valor y sus características
Los valores Morales
Las Normas Morales como expresión de los Valores Morales
Conciencia Moral
Valores Morales y Relaciones Humanas.
Características y rasgos de las personas de éxito
La importancia de la Inteligencia Emocional para Managers y Técnicos
Definiciones
Características de la Inteligencia Emocional
Las Competencias Emocionales
La Conciencia Emocional
Valoración de Sí Mismo
Caminos para mejorar
Cuando las emociones se desbordan
Cuando el trabajo es un infierno
Los beneficios de la conciencia de uno mismo
Conclusiones