domingo, 17 de enero de 2010

INFANCIA MISIONERA Catequesis del Afiche

“TÚ ERES SACERDOTE ETERNO” (salmo 109)




I- El Corazón Sagrado de Cristo Jesús:
Con vestidura de sacerdote, con los brazos extendidos, dispuesto a abrazarte y su corazón abierto para dártelo todo.


a- “ Del Corazón de Cristo, junto con la Sangre y el Agua nacieron los Sacramentos” nos dice la liturgia y el mismo Santo Tomás de Aquino y todos los grandes teólogos de la Iglesia.

b- Los Sacramentos son siete (7) todos instituíos por el mismo Cristo. Nadie los puede aumentar o disminuir. Cristo, el Sumo y Eterno sacerdote delegó y mandó a sus Apóstoles y sacerdotes administrarlos “en memoria suya, en su nombre y con su autoridad”

c- Por eso se dice que “el sacerdote es otro Cristo” porque actúa en nombre de El y administra los sacramentos con su autoridad y mandato.

d- Mira de nuevo en el afiche con más fervor y gratitud, si te es posible, al Corazón de Cristo.....

e- Cierra de nuevo tus ojos y trata de ver y examinar tu propio corazón.

f- ¿Qué me dio Jesús...? ¿Qué le doy yo a El ...? Será un bello recuerdo y un gran estímulo en tu vida cristiana.


En el Corazón de Cristo está guardado el álbum fotográfico completo y el video de la vida de cada uno de sus hijos con lujo de detalles, porque cada persona que nace es un pequeño gran proyecto de Dios que viene a este mundo para conocer, amar y dar a conocer a Dios. Pero todo bebé debe ser feliz, alimentarse y crecer fuerte, protegerse contra los peligros, curarse cuando se enferma, y todas esas cosas que sabemos; para eso sacó Dios de su corazón los sacramentos, son 7 regalos que vinieron envueltos en la sangre y agua que brotaron de su costado cuando estaba clavado en la cruz muriendo de amor por nosotros y un soldado le clavó una lanza y al instante salió lo último que le quedaba: unas gotitas de sangre y agua, así Jesús exprimió el amor al máximo y lo dio todo por nosotros.

-¿Pero qué hicimos nosotros para que Dios nos quiera tanto?

-¿Por qué Dios da su vida por nosotros, por los buenos y malos y hasta por los más malandros de los malandros?

Nadie merece el sacrificio de Jesús, todo es REGALO de Dios, El detalle está en que Dios nos amó primero y por eso nos ha elegido y cada uno debe responder a esa llamada y decirle como todo un buen misionero:

¡Jesucristo, a la orden! y el que no contesta a la llamada se pierde la Fiesta y se pierde el Regalo, fíjate que las dos palabras están con mayúsculas porque es Fiesta que no acaba y Regalo que no aburre porque es siempre nuevo, siempre con tecnología de punta.

Todo es GRACIA de Dios…

Dios tiene sus canales por donde derrama la Gracia, pero como sabe que nosotros tenemos que ver y tocar las cosas así como el apóstol Tomás “si no meto mi mano en su costado…” (Jn. 20. 19-31), sacó Jesús de su propio corazón los sacramentos, que son: Signos visibles de la Gracia de Dios que “causan lo que significan”.



II- Los SACERDOTES
En cada uno de los cuadros aparece siempre un sacerdote, unas veces es el párroco, otras veces el obispo y hasta el cardenal, porque no puede haber sacramento sin sacerdote por eso cada día rogamos a Dios que nos envíe muchos y santos sacerdotes.

Mira bien cuando vayas a Misa que a veces el sacerdote aparece revestido de color verde, rojo, blanco o morado de acuerdo a cada tiempo litúrgico, por ejemplo en el tiempo de Cuaresma se reviste de color morado porque es tiempo penitencial y si es en la fiesta de un mártir o en la fiesta del Espíritu Santo, usa el color rojo que significa la sangre de Jesús y los mártires y el amor.

La Misa es el acto más importante que se puede hacer en el mundo y todos los detalles son convenientes. Tú participas y ofreces el sacrificio de la Misa porque todo bautizado es con Cristo: “sacerdote, profeta y rey”.

Anota el nombre de tu párroco y dile que te gustaría ser su amigo, es importante que sepa que cuentan contigo.



III- El BAUTIZO

Aparece la imagen de un pequeño cristiano que puedes ser tú, fíjate bien que todo comienza el día del bautizo y hay otro personaje allí presente que nos contó esta historia, busca bien, es una niña con su franelita de Infancia Misionera, es María Paulina, con su sonrisota y empinándose para no perderse nada de la ceremonia porque “cuando se bautiza a un niño nace un misionero”, ¡otro más para el equipo! Todos en la familia están felices y el monaguillo que también es de Infancia Misionera ayudó mejor que nunca. El nuevo cristiano nació el 8 de diciembre fiesta de la Inmaculada y pronto le bautizaron, “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y le pusieron Mariano. El padre Domingo le echó bastante agua y Mariano gozó un puyero.

Tomaron muchas fotos, pero la foto mejor quedó grabada en el corazón de Dios Padre que hizo que los ángeles anotaran el nombre de Mariano en el cielo, porque en ese instante “nacía a la Vida de la Gracia un hijo de Dios” y para que conste ante los hombres, quedó escrito también en el libro de la parroquia con lugar, fecha y nombre completo de padres y padrinos. Ahora Mariano es Hijo de Dios, signado con el sello indeleble de “cristiano” que nada ni nadie puede borrar (imprime carácter), está limpio de pecado original, forma parte de la Iglesia, y el Espíritu Santo le ha regalado nada menos que la Fe, la Esperanza y la Caridad que son “las virtudes teologales” y deben crecer cada día y alumbrar como esa luz de la vela prendida desde el cirio pascual que representa a Cristo.



IV- La COMUNION

Aquí aparece Mariano recibiendo la Primera Comunión, le acompaña su equipo de Infancia Misionera ubicados en primera fila. El muy pícaro puso esta foto antes que la de la confesión porque ese día logró portarse como un ángel, despertó muy temprano para recibir a Jesús por primera vez. En su cabeza no cabe un misterio tan grande, solo cree firmemente que Dios está presente en el Vino y la Hostia Consagrada, y él está dispuesto a todo por Jesús. Sí, porque aunque es pequeño, su fe es grande, Dios le ha hecho ese regalo y es como para ponerle los pelos de punta como le aparecen en la foto. Al comulgar pidió a Dios por todos, y se acordó que la catequista le dijo que en cada comunión recibía el alimento espiritual para la vida.



V- La CONFESION

¡Ay Mariano! hasta los pelos de pincho se te aplastaron, ¿qué habrás hecho ahora? Busca arrepentido, una buena confesión que te devuelva la amistad con Jesús. El padre Domingo escucha con paciencia y en nombre de Cristo perdona una y otra vez “Es que hago lo que no quiero” como dice san Pablo (Rm 7, 18-25a).

Al terminar la confesión sale como nuevo prometiendo hacer un buen esfuerzo por corregirse y ante el sagrario cumple la penitencia que le pone el confesor. Un tropezón, una caída y vuelta a levantarse y hacerle al pecado ¡Fu, bien lejos!



VI- La CONFIRMACION

Aquí Mariano parece más formal. El obispo vino para celebrar este nuevo Pentecostés y el viento y fuego del Espíritu Santo penetran la mente y el corazón de este jovencito que mira fijamente el óleo de la confirmación, es como que le pusieran nuevo sello de garantía de “Cristiano”. Ahora repotenciado con las pilas del Espíritu, le caen de golpe las tan urgentes vitaminas extra, los famosos Siete Dones, bien recibidos para vencer, porque la tentación es mucha y más de una vez ha estado en la cuerda floja a punto de caer. Ahora a graduarse; la cosa no es para menos. ¡Podemos cambiar el mundo!



VII- El MATRIMONIO

¡Se nos enamoró Mariano! Quien lo iba a decir, si le gustaban todas. Ahora sólo tiene ojos para la dulce Mónica, buen amor, verdadero, para siempre. Y empezó a soñar con una familia misionera. El padre Domingo les preparó bien en las charlas pre-matrimoniales. Llegó el gran momento del matrimonio, se miran directamente a los ojos, él mira con ojos muy abiertos como quien no puede creer tanta felicidad y ella entre tímida y emocionada acepta. Unidos para siempre, “ya no serán dos sino uno” (Gen 2,18-24)

Se ganaron el premio, vinieron los hijos y al primero le bautizaron con el nombre de Francisco Javier. Crecieron durante el papado de Juan Pablo II. Los encuentros de la Juventud con el Papa le cambiaron la vida, y junto con otros jóvenes sintieron la llamada al sacerdocio y a la vida religiosa.



VIII- El ORDEN SACERDOTAL

Se llaman la “Generación Juan Pablo II”, muchachos de todo el mundo movidos por el testimonio del Papa que les animaba: “No tengan miedo” Y la Palabra de Dios entró con fuerza en ellos y les hizo valientes para aceptar el reto: ¡Ser sacerdotes! “El hombre del futuro”, como les llama el Papa Benedicto XVI.

Así este hijo de Mariano y Mónica es consagrado sacerdote; el obispo le impone las manos y él desde su corazón repite “totus tuus” “todo tuyo Virgen María”, Madre de sacerdotes, Madre de la Iglesia nacida del corazón de Cristo en la cruz.



IX- La UNCION DE LOS ENFERMOS

Mariano está enfermo, agarrado al rosario, mirando a la Virgen de Coromoto. Conserva la sonrisa, aunque ha perdido el pelo y su nariz está mas grande y las arrugas son muchas, pero nada le quita la alegría que es fruto del Espíritu Santo. Su hijo sacerdote le administra el Sacramento de los Enfermos, y recobra la salud, dispuesto a esperar la beatificación del papa Juan Pablo II, invirtiendo lo que le queda de vida orando por el hijo sacerdote que irá muy lejos a la Misión. Un buen tiempo para prepararse “Ahora, Señor, según tu promesa puedes dejar a tu siervo irse en paz” (Lc 2, 29-32)

¡Mi vida ha tenido sentido, he disfrutado el privilegio de tener un hijo sacerdote!

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